Cortijos andaluces, una oportunidad para vivir y trabajar en el mismo espacio
Dejarlo todo. Huir para siempre del mundanal ruido. Hacer las maletas y escapar de la ciudad. Parece una decisión que pocos ‘urbanitas’ están dispuestos a tomar, aunque algunos valientes están marcando tendencia. El campo andaluz es el destino de muchos de ellos: sus típicos cortijos ofrecen, a la vez, una vivienda y una oportunidad de negocio a muy buenos precios.
Glenn French, director gerente de una inmobiliaria dedicada a la compraventa de cortijos, asegura que atiende a clientes que venden sus propiedades en la ciudad para comenzar una nueva vida profesional y personal en un cortijo, aunque en los últimos tiempos la actividad se ha visto resentida por la crisis inmobiliaria. Sin embargo, el mercado sigue activo y los campos andaluces continúan recibiendo a nuevos habitantes.
“Una mujer madrileña, tras recibir una herencia, decidió vender el piso de la capital en el que residía y adquirir con todo el dinero del que disponía un cortijo maravilloso, casi un palacio”, cuenta French, responsable de Spanish Farm Houses.
El comprador más usual del cortijo andaluz sigue siendo el ciudadano extranjeroSí, en inglés. Porque el comprador más usual del cortijo andaluz, y al que hay que ‘mimar’, sigue siendo el ciudadano extranjero de mediana edad, sobre todo de nacionalidad inglesa, aunque también se apuntan franceses, belgas y estadounidenses. “La mayoría de nuestros clientes son parejas británicas que rondan los 55 años y que han obtenido abundante dinero de su jubilación”, informa French. “Comprar un cortijo para ellos es consolidar un sueño, el sueño de vivir en el campo, como hace años. Casi todos tienen una idea romántica de lo antiguo”.
La rehabilitación, una oportunidad
“La mayoría de los cortijos que se compran necesitan rehabilitarse”, dice el responsable de la inmobiliaria. Lejos de parecer una carga para el comprador, este hecho es, para él, una virtud de la compra, pues se puede habilitar el inmueble conforme al gusto del nuevo propietario. “Además, un cortijo abandonado sin reformar siempre es mucho más barato”, continúa.
Miguel Domínguez de la Concha, arquitecto dedicado a la rehabilitación y conservación de este tipo de haciendas, asegura que casi siempre las obras de restauración se realizan post venta, por lo que el potencial comprador debe tener en cuenta este coste extra, unos 1.200 euros por cada metro cuadrado reconstruido. “Aún así, este precio puede verse modificado por el estado de los accesos al lugar, un cercado completo, prestaciones del inmueble…”, declara el arquitecto.
Los trabajos de rehabilitación de estos edificios afectan, sobre todo, a la dotación de instalaciones y cubiertaLos trabajos de rehabilitación afectan a la dotación de instalaciones y cubierta, “con un respeto absoluto por las estructuras iniciales y sus proporciones”. Una nueva edificación debe justificarse “por razones celosamente sujetas a la explotación agropecuaria de la zona y sin superar las dos plantas de altura”. El arquitecto afirma que la dirección de estas obras es tan complicada que no dirige más de tres proyectos por año.
“Rehabilitar al estilo antiguo, con paredes blancas, suelos de barro y otra ornamentación tradicional, aumenta el encanto de la vivienda, sobre todo para el comprador extranjero”, apunta French.
Pero como todo el universo inmobiliario, el mercado de los cortijos no pasa por su mejor momento. “Con la crisis económica hemos perdido un 60% de actividad pero, aunque las ventas se han reducido, también es cierto que ha desaparecido competencia y eso beneficia a los que nos hemos mantenido activos”. Pese a este parón, en Internet puede encontrarse una oferta inmensa de cortijos y haciendas andaluzas en venta, lo que indica que este segmento del sector sigue en movimiento.
Diferentes y variados usos
El hecho de transformar un cortijo en un negocio, al mismo tiempo que sirve de residencia, tiene su razón de ser en la legislación vigente que regula este sector. Las leyes exigen que la hacienda sea autofinanciable, es decir, que los terrenos que acompañan al cortijo sean explotados bien con fines agropecuarios, bien como coto de caza. Otra alternativa, la más exitosa, es convertir parte del cortijo en un hotel rural, muy cotizados en los últimos años y que puede generar beneficios considerables.
La Asociación Haciendas y Cortijos (HyC) de Andalucía vela por el cumplimiento de la Ley General de Turismo en esta región, la cual recoge con alto grado de protección este tipo de propiedad. César Pimenta, gerente de dicha agrupación, aclara que HyC estudia minuciosamente la normativa de cada lugar y la historia de la finca, y añade que su cometido principal es el de promover la explotación turística de estos terrenos como alternativa a la tradicional. HyC estima que el número de cortijos aprovechados como hotel rural ronda la centena, de la cual ellos aúnan al 68%.
Como vivienda, como negocio o ambas a la vez, la actividad de este sector revela que las zonas rurales españolas vuelven a generar interés para muchos ciudadanos. Si se opta por un cortijo como vivienda, se han de tener en cuenta las ayudas que ofrece el gobierno a la rehabilitación, ‘opción estrella’ del sector para salir de la crisis, que pueden suponer una gran ayuda.
Vía Clara Fajardo Mónica Tragacete – El Mundo
necesitovivienda
Glenn French, director gerente de una inmobiliaria dedicada a la compraventa de cortijos, asegura que atiende a clientes que venden sus propiedades en la ciudad para comenzar una nueva vida profesional y personal en un cortijo, aunque en los últimos tiempos la actividad se ha visto resentida por la crisis inmobiliaria. Sin embargo, el mercado sigue activo y los campos andaluces continúan recibiendo a nuevos habitantes.
“Una mujer madrileña, tras recibir una herencia, decidió vender el piso de la capital en el que residía y adquirir con todo el dinero del que disponía un cortijo maravilloso, casi un palacio”, cuenta French, responsable de Spanish Farm Houses.
El comprador más usual del cortijo andaluz sigue siendo el ciudadano extranjeroSí, en inglés. Porque el comprador más usual del cortijo andaluz, y al que hay que ‘mimar’, sigue siendo el ciudadano extranjero de mediana edad, sobre todo de nacionalidad inglesa, aunque también se apuntan franceses, belgas y estadounidenses. “La mayoría de nuestros clientes son parejas británicas que rondan los 55 años y que han obtenido abundante dinero de su jubilación”, informa French. “Comprar un cortijo para ellos es consolidar un sueño, el sueño de vivir en el campo, como hace años. Casi todos tienen una idea romántica de lo antiguo”.
La rehabilitación, una oportunidad
“La mayoría de los cortijos que se compran necesitan rehabilitarse”, dice el responsable de la inmobiliaria. Lejos de parecer una carga para el comprador, este hecho es, para él, una virtud de la compra, pues se puede habilitar el inmueble conforme al gusto del nuevo propietario. “Además, un cortijo abandonado sin reformar siempre es mucho más barato”, continúa.
Miguel Domínguez de la Concha, arquitecto dedicado a la rehabilitación y conservación de este tipo de haciendas, asegura que casi siempre las obras de restauración se realizan post venta, por lo que el potencial comprador debe tener en cuenta este coste extra, unos 1.200 euros por cada metro cuadrado reconstruido. “Aún así, este precio puede verse modificado por el estado de los accesos al lugar, un cercado completo, prestaciones del inmueble…”, declara el arquitecto.
Los trabajos de rehabilitación de estos edificios afectan, sobre todo, a la dotación de instalaciones y cubiertaLos trabajos de rehabilitación afectan a la dotación de instalaciones y cubierta, “con un respeto absoluto por las estructuras iniciales y sus proporciones”. Una nueva edificación debe justificarse “por razones celosamente sujetas a la explotación agropecuaria de la zona y sin superar las dos plantas de altura”. El arquitecto afirma que la dirección de estas obras es tan complicada que no dirige más de tres proyectos por año.
“Rehabilitar al estilo antiguo, con paredes blancas, suelos de barro y otra ornamentación tradicional, aumenta el encanto de la vivienda, sobre todo para el comprador extranjero”, apunta French.
Pero como todo el universo inmobiliario, el mercado de los cortijos no pasa por su mejor momento. “Con la crisis económica hemos perdido un 60% de actividad pero, aunque las ventas se han reducido, también es cierto que ha desaparecido competencia y eso beneficia a los que nos hemos mantenido activos”. Pese a este parón, en Internet puede encontrarse una oferta inmensa de cortijos y haciendas andaluzas en venta, lo que indica que este segmento del sector sigue en movimiento.
Diferentes y variados usos
El hecho de transformar un cortijo en un negocio, al mismo tiempo que sirve de residencia, tiene su razón de ser en la legislación vigente que regula este sector. Las leyes exigen que la hacienda sea autofinanciable, es decir, que los terrenos que acompañan al cortijo sean explotados bien con fines agropecuarios, bien como coto de caza. Otra alternativa, la más exitosa, es convertir parte del cortijo en un hotel rural, muy cotizados en los últimos años y que puede generar beneficios considerables.
La Asociación Haciendas y Cortijos (HyC) de Andalucía vela por el cumplimiento de la Ley General de Turismo en esta región, la cual recoge con alto grado de protección este tipo de propiedad. César Pimenta, gerente de dicha agrupación, aclara que HyC estudia minuciosamente la normativa de cada lugar y la historia de la finca, y añade que su cometido principal es el de promover la explotación turística de estos terrenos como alternativa a la tradicional. HyC estima que el número de cortijos aprovechados como hotel rural ronda la centena, de la cual ellos aúnan al 68%.
Como vivienda, como negocio o ambas a la vez, la actividad de este sector revela que las zonas rurales españolas vuelven a generar interés para muchos ciudadanos. Si se opta por un cortijo como vivienda, se han de tener en cuenta las ayudas que ofrece el gobierno a la rehabilitación, ‘opción estrella’ del sector para salir de la crisis, que pueden suponer una gran ayuda.
Vía Clara Fajardo Mónica Tragacete – El Mundo
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